- El amigo ha de ser como el dinero, que antes de necesitarlo, se sabe el valor que tiene.
- Desciende a las profundidades de ti mismo, y logra ver tu alma buena. La felicidad la hace solamente uno mismo con la buena conducta.
- Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros.
- La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia.
- Habla para que yo te conozca.
- Las almas ruines sólo se dejan conquistar con presentes.
- Cuatro características corresponden al juez: Escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente.
- El orgullo engendra al tirano. El orgullo, cuando inútilmente ha llegado a acumular imprudencias y excesos, remontándose sobre el más alto pináculo, se precipita en un abismo de males, del que no hay posibilidad de salir.
- La belleza de la mujer se halla iluminada por una luz que nos lleva y convida a contemplar el alma que tal cuerpo habita, y si aquélla es tan bella como ésta, es imposible no amarla.
- Yo sólo sé que no sé nada.
- Un hombre desenfrenado no puede inspirar afecto; es insociable y cierra la puerta a la amistad.
- Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia.
- Mi consejo es que te cases: si encuentras una buena esposa serás feliz, si no, te harás filósofo.
- No dejes crecer la hierba en el camino de la amistad.
- Reyes o gobernantes no son los que llevan cetro, sino los que saben mandar.
- Temed el amor de la mujer más que el odio del hombre.
- La única cosa que sé es saber que nada sé; y esto cabalmente me distingue de los demás filósofos, que creen saberlo todo.
- La hermosura es una tiranía de corta duración.
- El grado sumo del saber es contemplar el por qué.
- Es peor cometer una injusticia que padecerla porque quien la comete se convierte en injusto y quien la padece no.